GRACIAS POR VISITARNOS

Si has sido tan amable de gastar al menos 5 minuto de tu tiempo en visitarnos,estaria bien que dejases tu comentario sobre lo que te ha parecido.


martes, 11 de enero de 2011

Bajo sus pies


Justamente ahora me pedía la bella princesa un acto caballeroso. Siempre que era de mi buen menester preguntarle para evitar errar, aparecía frente a mis pupilas su mirada gélida. No admitían sus labios responder a esa clase de preguntas, puesto que su corazón, valeroso y rudo a la par de inocente, quería ver cuan enamorado estaba de ella.
Luché contra mi instinto, me apiadé de quien me hizo daño y ella apreciaba. Alejé de mi alma el odio y lo convertí en cenizas del olvido.
Y aún así, nada.
Ni un beso, ni una palabra. Siempre recibía el mismo premio. Silencio.
Ni el poema más hermoso, ni la canción más bella hacían que su mirada se endulzara. Me hizo dudar que estuviera enamorado de ella y, sin embargo, esas dudas se acabó en un suspiro. Entre tus suspiros.
Porque al latido siguiente, volvía a estar seguro de que moriría por ti.
Y sí, fue en ese instante cuando decidí ofrecerle algo inolvidable.
Arranqué una rosa de su jardín, y me acerqué a su figura, esbelta y segura. No parecía feliz, ni tan siquiera viva. Como una diosa de mármol, se alzó ante mí, dispuesta a rechazarme por tan necio acto, tan simple y tan obvio.
Duró su semblante cargado de sorpresa lo mismo que tardó el trayecto del tallo de la rosa a mi mano, atravesándola de principio a fin. Una vez la sangre dejó de brotar con violencia, me incliné ante su gélido cuerpo, que no parecía dispuesto a moverse por mí.
-Tal vez, mi señora, no esté satisfecha hasta que vea mi cuerpo inerte yaciendo bajo sus hermosos pies. Hasta entonces, puede que no se de cuenta hasta qué punto soy suyo.
Tendí la mano con la que me había clavado a posta la rosa, y ella se limitó a rozar mis dedos con los suyos, con curiosidad un tanto infantil.
-Tal vez hasta que no esté muerto, no se de cuenta hasta qué punto me es innecesario.
Me incorporé sin soltarla, y nuestros cuerpos se fueron acercando con lentitud, hasta que quedaron a una distancia ínfima.
-Tal vez... -Susurramos al unísono antes de volvernos a regalar otro minuto de silencio.
Solo que, ésta vez, acompañado de un desapasionado beso.



Dibujo: Thick
Texto: Debi

No hay comentarios:

Publicar un comentario