GRACIAS POR VISITARNOS

Si has sido tan amable de gastar al menos 5 minuto de tu tiempo en visitarnos,estaria bien que dejases tu comentario sobre lo que te ha parecido.


lunes, 31 de enero de 2011

Puerta sellada

A veces pensamos que lo mejor es encerrarse en uno mismo. Cogemos la llave de la confidencia, cerramos la puerta con ella, y nos la tragamos.
Oímos golpes. Alguien quiere entrar. Su voz es dulce, melodiosa, e incita a que nos acerquemos. ¿Y si lo mejor sería dejarnos llevar? ¿Y si hemos cometido el error, y la verdadera felicidad, el verdadero camino, está tras esa puerta?
Pero no, no queremos saber si hemos errado o no. Nos limitamos a escuchar los porrazos, cada vez más sonoros. La voz melodiosa y dulce se torna preocupada, y luego molesta. Empieza a recriminar que hace todo lo posible por abrir la puerta, y que, quien quiera que esté detrás, no hace nada por ayudarla. Respondemos que es mejor así.
-¡Pero yo quiero entrar!
-Es mejor así. -Susurramos, tal vez con lágrimas en los ojos, tal vez con indiferencia.
-¡Pero es que...!
-Que... te... vayas.
Esperamos. Tarda días, tal vez semanas, pero al final se acaba yendo.
Sonreímos. Siempre acaban yéndose.
... y, como tememos, otra voz dulce vuelve a intentar penetrar en nuestra existencia.


Texto: Debi S.

martes, 11 de enero de 2011

Bajo sus pies


Justamente ahora me pedía la bella princesa un acto caballeroso. Siempre que era de mi buen menester preguntarle para evitar errar, aparecía frente a mis pupilas su mirada gélida. No admitían sus labios responder a esa clase de preguntas, puesto que su corazón, valeroso y rudo a la par de inocente, quería ver cuan enamorado estaba de ella.
Luché contra mi instinto, me apiadé de quien me hizo daño y ella apreciaba. Alejé de mi alma el odio y lo convertí en cenizas del olvido.
Y aún así, nada.
Ni un beso, ni una palabra. Siempre recibía el mismo premio. Silencio.
Ni el poema más hermoso, ni la canción más bella hacían que su mirada se endulzara. Me hizo dudar que estuviera enamorado de ella y, sin embargo, esas dudas se acabó en un suspiro. Entre tus suspiros.
Porque al latido siguiente, volvía a estar seguro de que moriría por ti.
Y sí, fue en ese instante cuando decidí ofrecerle algo inolvidable.
Arranqué una rosa de su jardín, y me acerqué a su figura, esbelta y segura. No parecía feliz, ni tan siquiera viva. Como una diosa de mármol, se alzó ante mí, dispuesta a rechazarme por tan necio acto, tan simple y tan obvio.
Duró su semblante cargado de sorpresa lo mismo que tardó el trayecto del tallo de la rosa a mi mano, atravesándola de principio a fin. Una vez la sangre dejó de brotar con violencia, me incliné ante su gélido cuerpo, que no parecía dispuesto a moverse por mí.
-Tal vez, mi señora, no esté satisfecha hasta que vea mi cuerpo inerte yaciendo bajo sus hermosos pies. Hasta entonces, puede que no se de cuenta hasta qué punto soy suyo.
Tendí la mano con la que me había clavado a posta la rosa, y ella se limitó a rozar mis dedos con los suyos, con curiosidad un tanto infantil.
-Tal vez hasta que no esté muerto, no se de cuenta hasta qué punto me es innecesario.
Me incorporé sin soltarla, y nuestros cuerpos se fueron acercando con lentitud, hasta que quedaron a una distancia ínfima.
-Tal vez... -Susurramos al unísono antes de volvernos a regalar otro minuto de silencio.
Solo que, ésta vez, acompañado de un desapasionado beso.



Dibujo: Thick
Texto: Debi

martes, 28 de diciembre de 2010

Eco del silencio


Aunque bien lo oculte, no puede mi propio ego pasar por alto esa ausencia que corrompe mis días con pesares absurdos.
He podido marcar mentira tras mentira con el sello de mi sonrisa, la cual a todos parecía encandilar. Eso es bueno para que no molesten, a menos que me agrade esa molestia en algún momento, puesto que su pesadez, a veces cansina, podía llegar a ser un buen parche contra la ausencia de sentimientos.

Pero me giro, busco la verdad y no la encuentro. Palpo mis facciones, y sólo siento el áspero tacto de una máscara plagada de risas y sarcasmos. No puedo arrancarla de mí. No puedo escapar de ese latir que escucho segundo tras segundo.
Intento gritar, y de mis labios brota el silencio.
Caigo de bruces al suelo.
No hay nadie que me auxilie, nadie que quiera saber cómo estoy, y en el fondo... no me importa.

Imagen: Debi S.
Texto: Debi S.

martes, 7 de diciembre de 2010

Hell Rock



Un chico normal, un sueño elevado, la historia de un chico que llegó a ser alabado; la voz del Diablo es atrayente; no me mires así no soy como tu gente; aspiraciones a todas horas me llevaron a pensar que algún día mi sueño podría alcanzar; dispuesto a todo estaba pues el rock me apasionaba; en la noche invocaba espíritus malignos para ser escuchado, me gusta pensar que no soy un desesperado; tu juicio me importa un bledo, donde voy a llegar estoy más allá del bien y del mal; el precio es mi alma y gustoso la doy, el Diablo me dice que en la cima estoy; me veo en el escenario con el sudor empapándome, furor, satisfacción, mi voz un ciclón; la gente adorándome, mi ego disparándose, un ser superior me creía mientras le daban caña a la batería; la fuerza desbocada alcanzaba su final, estaba desvaneciéndome en el escenario como si un tiro me acabaran de dar; la muerte me reclamaba pero tranquilo me quedaba pues lo que quería, mi sueño, iba más allá de estar muerto; en el Infierno si hace falta seguiré tocando mi guitarra apasionada donde los acordes se funden con las llamas.

Texto: D

domingo, 28 de noviembre de 2010

el luto del guerrero.



El guerrero yace herido
De la sangre hizo sus lágrimas
Muerta la esperanza
Por una daga envenenada


Sus alas son de cuervo
Sus ojos pintan el sufrimiento
Su espada ahora es un sueño
En lo hondo de su pecho


Mil batallas se creían
Pero en la verdad toca el suelo
Honra, pasión y duelo
Se disipan en el viento

Las campanas de la victoria
Se quiebran por el luto
Aquí y en el otro mundo
El guerrero ya es difunto.

Autor: César ''Michel'' Saucedo.